Sólo nombrarla hace que muchas personas experimenten sensaciones desagradables.
Y, sin embargo, es una de las experiencias que, si o si, hemos de atravesar en nuestra vida.
Su opuesto no es la vida, es el nacimiento.
Muchas personas la conciben como un final.
Vivida, o mejor no vivida, como un tabú…
Temerle a ella es temer a la vida en la misma proporción.
Conocida desde los orìgenes y permanentemente la gran desconocida, el gran misterio.
Puente entre etapas de la vida, tránsito hacia otra orilla, último parto, transformación definitiva, frontera entre vidas……… Amanecer.
En las entrañas de cada muerte que vivimos se esconde una gracia, un regalo que sólo puede ser recibido si aceptamos la pérdida. Esta enseñanza la recibí de la mano de cada una de las experiencias de muerte que, desde muy niña, he ido viviendo.
A tod@s aquellos que ya partieron hacia el siguiente tramo de la Vida, seres amados, ancestr@s y compañer@s de camino, dedico esta entrada de mi blog, con toda la gratitud de mi corazón por todo lo compartido y porque se fueron llevando el miedo que yo le tenìa a la muerte.
La muerte, una experiencia al servicio de la Vida.
Me encanta como escribes! Enhorabuena!
Muchas gracias David, gracias por tus palabras de aliento. Un abrazo
Buenas tardes, Magdalena. En cuanto a tu nuevo blog: La muerte: al servicio de la vida. Comentarte que hablas de transformación, de tránsito, de tabú. Decirte que yo temo tanto a la vida, cómo a la muerte, de hecho, lo he vivido muy de cerca con el fallecimiento de mis seres queridos, entre ellos, mi padre, a quien admiraba, y a quien honro en su memoria. Todavía al día de hoy lo recuerdo, tan afable y siempre sonriente. Un abrazo.
Muchas grackas Rafi por compartir tu experiencia y por tu seguimiento. Un abrazo