Somos seres creados con capacidad de crear. Este es uno de los dones que nos hace genuinamente humanos. Y a mí me entusiasma cada vez más.
Los acontecimientos que he vivido me han hecho tomar conciencia de que las limitaciones externas, que en principio se nos presentan como barreras infranqueables, son en realidad una invitación que la Vida me hace a desarrollar la creatividad y a que me abra a las posibilidades del Espíritu Creador.
Siempre que acontece me asombra.
La acción creativa me tiene enamorada: cómo surge en mi, cómo me abro a ella conectando con la profundidad de mi Ser, cómo se va gestando y tomando forma, hasta que se manifiesta completamente en su tiempo oportuno o kairós. Finalmente nace la respuesta más verdadera a lo que acontece.
El proceso creativo no se puede forzar. Requiere un profundo respeto al tiempo que cada creación necesita.
Siento una reverencia interior ante este proceso que vivo como sagrado, cada vez que me entrego al acto de crear.
Cada uno es único, una gestación nueva cuya inspiración, desarrollo, culminación y tiempo es especial para cada creación, la cual además lleva mi huella de creadora, porque me expresa.
Me he abierto a que es posible vivir de manera creativa permanentemente desde nuestra esencia.
Esta es una manera de transitar por senderos que llevan a la auténtica transformación. Vivir así es apasionante.
Vivir es crear y crearnos constantemente.
Crear vida en mi y a través de mi.
Cuando nos unimos podemos crear juntos y cocrear con Dios manifestando realidades más humanas, haciendo posible el Cielo en la tierra.
Verdaderamente la creatividad es magia, magia del Ser. Nos plenifica y nos hace experimentar realidades fundantes: el Amor, la Bondad la Verdad y la Belleza.