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Oda a la inconsciencia

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Cuando apareces dejas de existir para mi cada cosa del mundo vibrante y resurge el mundo de lo sabido, que no requiere ni mi atención, ni mis manos en el timón.

Te contemplo con tus aliados, la prisa, el cansancio, la sobreestimulación y las emociones abrumadoras, sentados a la mesa devorando el suculento manjar de la Presencia.

De tu manera de hacer siempre me sorprende tu rapidez, tanto quizás como tu desconsideración con lo que sucede.

Sacas del antiguo baúl, una y otra vez, ropajes viejos y guiones usados reiteradamente.

Reinas en el reino de lo automático y, a la defensiva y a la ofensiva, despliegas disparos de creencias, emociones, sensaciones, acciones y parálisis que alcanzan diana en una realidad nueva que mira con perplejidad lo que le llega de ti.

En justicia te he de agradecer lo mucho que me ahorras en tiempo, energía y cuidado de mi, pues en algunas de tus regiones se hayan atesoradas sabidurías conquistadas por ancestros, mecanismos reguladores de la vida y aprendizajes incorporados en el devenir de los años y los siglos.

Eres compañera de camino, así te acepto y así te quiero. Y, mientras lo recorremos, conocerte, saber de ti, de tus costumbres, de tus modos, de lo que te hace llegar, de cuando decides partir, es tan importante como desplegar la conciencia como vela de mi velero.

Reconocerte me hace humilde y me adentra en una honda verdad:    Vivo, pués, desde una doble dimensión de mi y accedo a una doble realidad.

Una, siempre la misma, repetida. Yo con mis miedos, con mis angustias y con los actos compulsivos del círculo vicioso de lo que nunca funciona.

La otra, vibrante, nueva, luminosa, con sentido que me invita a explorarla y a amarla siempre como la vez primera. Mi corazón, sin más remedio, se rinde a ella cogiéndola con la curiosidad y la confianza de una niña que juega. El mundo, para mi, se convierte en la sala de juegos.

Inconsciencia eres una tierra a iluminar, de modo que, cuando apenas te atisbo sigilosa te retiras, desapareces.

Despierto, mi Yo amanece.

5 comentarios

  1. Lola Sánchez Vela

    Que maravilla Magdalena!! Que descripción tan perfecta y profunda!!
    Me honra poder leerte .

    Gracias x escribir , además de todo lo que ya nos aportas con tu labor profesional.

  2. Paqui R.G.

    Preciosa Oda Magdalena, a través de su lectura vamos tomando “Consciencia de la inconsciencia”, nos ayuda a identificarla, a saber de sus características, a aceptarla como compañera de camino y despierta el anhelo de que la luz la haga retirarse sigilosamente…
    Gracias por el regocijo que ha provocado en mí esta bella y verdadera descripción dedicada por ti a la “inconsciencia”.
    Un Saludo

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