Al igual que somos cuerpo y no podemos vivir nada fuera de él en nuestra vida cotidiana, excepto que nos desconectemos, somos relación y existimos en relación desde nuestra concepción.
Como personas concretas y como humanidad vamos atravesando etapas en nuestra evolución. Si el Yo es una conquista evolutiva necesaria, el vivir y desarrollar nuestra dimensión comunitaria es también una necesidad primordial en el camino evolutivo como especie humana.
En la actualidad, vivimos en una sociedad que es más reflejo de lo egoico que de lo común. No está basada en la unidad que abarca y respeta la diversidad, ni en el bien común, no tiene en cuenta las características y necesidades humanas superiores, según la pirámide de Maslow, y fomenta el individualismo, el hedonismo y formas de vida arcaicas que nos dirigen hacia manifestaciones sociales más parecida a la de las máquinas y a lo instintivo-animal.
Así y todo, la necesidad de vivir lo comunitario y reestablecer rituales y celebraciones que forman parte de la construcción de lo común y del desarrollo de la dimensión comunitaria en cada persona, toma distintas formas en el desierto relacional humano que nuestra sociedad ofrece como ámbito: equipos de fútbol, cofradías, pandillas urbanas, etc. Unos más en la luz y otros más en la sombra y otros entre ambos, reflejan esta necesidad.
Os dejo el enlace al relato del Bosque de los sueños “La vigía de las estrellas”, donde se narra una historia sobre la humanidad que refleja, de una manera muy bella, nuestro peregrinar hacia un horizonte más pleno y evolucionado.
Espero que disfrutéis también de la entrevista con José Martínez en Andújar comunicación.